¿De qué sirve ganar el mundo entero y perder el alma?
“Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma?”  (Marcos 8:36) Hoy escribí esta cita de Jesús en mi cuaderno y me detuve a pensar.  ¿De qué sirve afanarse por alcanzar todo lo material, por vivir en abundancia y éxito terrenal, si al final se pierde lo principal?  ¿Qué provecho hay en ganar tanto dinero, tanta fama, tanto poder, si al final del camino el alma se encuentra vacía y perdida? Los seres humanos vivimos corriendo detrás de cosas que se acaban: logros, posesiones, reconocimiento. Parecen urgentes, pero no llenan el vacío más profundo. Jesús, con una sola pregunta, desenmascaró nuestra carrera sin sentido: “¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” El alma se pierde cuando se olvida de su Creador, de Aquel que sopló en ella aliento de vida. Se pierde cuando el deseo de tener reemplaza el deseo de ser, cuando el miedo a soltar lo pasajero pesa más que la confianza en el Dios eterno. Pero el alma también puede salvar...