¿Tengo la Unción del Santo? El sello distintivo de todos los que han renacido.

 

¿Tengo la Unción del Santo? 
El sello distintivo de todos los que han renacido.

"Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas."
(1 Juan 2:20)

¡Hola de nuevo, navegante! ⛵️✨📖

Es bueno encontrarnos en este nuevo día para seguir explorando las profundidades de la Palabra.

Hoy, al considerar 1 Juan 2:20, nos topamos con una afirmación que puede generar muchas preguntas en nuestro corazón.

Juan dice con toda seguridad:
"Ustedes tienen la unción del Santo, y conocen todas las cosas."

Como hemos venido compartiendo, Juan escribe a una comunidad diversa —a "hijitos", "jóvenes" y "padres" en la fe— y su mensaje es para todos ellos. Les asegura que poseen algo especial: la unción del Santo. Pero, ¿a qué se refiere exactamente con esto?

¿Tengo yo la unción del Santo?

Con seguridad me encontraré con más de uno que diga que yo no tengo la unción porque no hablo en lenguas, no echo fuera demonios, no hago sanidades ni milagros, tampoco puedo hablar y hacer que la gente se desmaye.

¿Son estas las señales de la unción?

Es cierto que, al comienzo de la Iglesia, el Espíritu Santo otorgó dones y capacidades sobrenaturales para impulsar la obra del Evangelio. Pero, como bien señala Pablo en 1 Corintios 13:8, “las lenguas cesarán” y muchos de esos dones fueron temporales, señalando el inicio del nuevo pacto. Su propósito era específico para ese tiempo fundacional.

Hoy en día, muchos asocian “la unción” con experiencias intensas y manifestaciones visibles. Pero, si volvemos al texto de Juan y examinamos su contexto, veremos una verdad aún más profunda y accesible a todo creyente.

Cuando él dice “vosotros tenéis la unción del Santo”, no se refiere a un grupo selecto que vivió una experiencia extraordinaria en alguna reunión, sino a todos los creyentes verdaderos. Esta unción es la presencia del Espíritu Santo morando en nosotros desde el momento en que pusimos nuestra fe en Jesucristo.

Él es el “Santo” de quien proviene esta unción, sellándonos como propiedad de Dios (Efesios 1:13).

Y cuando añade: “y conocéis todas las cosas”, no significa que sabemos todo sin estudiar ni aprender. Significa que, por medio del Espíritu Santo, conocemos lo esencial, es decir, la verdad acerca de Cristo, del Evangelio y del plan de salvación.

El Espíritu nos capacita para discernir entre la verdad y el error, y eso está conectado directamente con lo que compartíamos ayer sobre los falsos maestros y las doctrinas engañosas (1 Juan 2:19).

LA UNCIÓN NO ES UNA EXPERIENCIA EXCLUSIVA que reciben algunos por el toque de un líder espiritual, más bien es un sello distintivo que marca la vida de todo aquel que ha renacido.

La unción viene de Dios y nos da discernimiento, nos da la habilidad para reconocer la verdad y permanecer en ella. Viene por el Espíritu Santo que nos capacita para servir a los demás con amor.

En este tiempo donde tantos falsos profetas y doctrinas modernas quieren disfrazarse de verdad, necesitamos más que nunca confiar en esa unción que ya poseemos.
Juan dice más adelante:
"Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios." (1 Juan 4:1)

Ese “probar” se hace por medio de la Palabra y bajo la guía del Espíritu Santo.

El fruto de la unción se destaca por el amor puesto en acción; por el gozo permanente aún en medio de la aflicción y por la Paz que sobrepasa todo entendimiento. 

La clave no está en perseguir una experiencia sobrenatural como única prueba de tener la unción, sino más bien en cultivar una relación íntima y continua con el Espíritu Santo, a través de la lectura de la Biblia, la oración y la obediencia diaria.

Así que, compañero de navegación, si has puesto tu fe en Jesús, si le has rendido tu vida, te aseguro que tienes la unción del Santo. No necesitas pedirla, ya la tienes. Ahora debes permitir que esa unción te llene, te guíe, te alumbre el camino y te mantenga firme en medio de la oscuridad doctrinal.

Más adelante Juan dice que la unción que recibimos, permanece en nosotros. 

"Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas..."
(1 Juan 2:27)

Saber esto es maravilloso. El Sello del Espíritu está en nuestra vida, permanece por siempre. Cuando el Señor regrese buscará a los que tienen está Unción y los llevará a su mansión.

Ahora dime por favor: 
Luego de toda esta explicación…
¿Tienes o no tienes la unción?

Gracias por acompañarme en este recorrido. Espero leer tu comentario.
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Soy Gerwuer y por hoy aquí me despido.
Hasta la próxima, si Dios lo permite.


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