Palabras de un anciano en tiempos de dolor: No me desampares, oh Señor. Proclamaré tu Salvación.

 


Oh Señor, mi Dios, aun en la vejez y las canas, no me desampares, te lo pido por favor. Ayúdame a proclamar tu poder a la posteridad, y tu salvación a toda la humanidad.

Gerwuer


Samstag (Sábado)

⛅🌡️0°⛵️


Hoy me levanto porque sé que debo continuar navegando, aunque no es nada fácil seguir avanzando cuando las cosas están tan mal y parece que se van a complicar.


Me levanto en medio del dolor que me atormenta. Me levanto, aunque las nubes negras me rodean. Me levanto, aunque admito que me cuesta tanto. Me levanto para estar a solas con el Capitán del Barco. 


Si... hoy nuevamente me levanto... pero de inmediato me pongo de rodillas, no puedo soportar la carga y avanzar una segunda milla. 


Es verdad que no puedo remar y continuar por mi propia fuerza en este mar de la vida. Es que el dolor y la ansiedad me quitan las ganas y la voluntad para seguir luchando contra la tempestad, por eso es que me pongo de rodillas y clamo en oración al Autor de la Creación. 


Estoy convencido que Él me sostendrá y me ayudará a seguir adelante.


No debo pensar en el pasado. No debo preocuparme por el mañana. Debo vivir por fe el momento actual y mantenerme apegado al Capitán.


En este momento abro el Libro que tanto amo y me detengo para leer uno de los salmos.


Estas son las primeras palabras que leo: 


”Oh Señor, en tí me he refugiado; no permitas que jamás sea avergonzado.

Líbrame en tu justicia, y rescátame; inclina a mí tu oído, y sálvame.

Sé para mí una roca de refugio, a la cual pueda acudir continuamente; tú has dado mandamiento para salvarme, porque tú eres mi roca y mi fortaleza.“

(Salmos 71:1-3)


Lo que acabo de compartir son las bellas palabras escritas por un anciano. Desconozco su nombre porque no lo ha mencionado, pero llego a la conclusión que es una persona mayor que desde su juventud a decidido confiar en Dios.


Me siento identificado con sus palabras y muchas veces me he detenido a considerar lo que este hombre ha escrito.


Sus versos brotan de un corazón que se ha levantado una y otra vez, en medio de la aflicción y ha decidido seguir adelante con la ayuda del Señor. 


Hay algo con lo que me siento muy  identificado y es lo que el autor sigue diciendo casi al final del Salmo:


“Oh Dios, me enseñaste desde mi juventud, y hasta ahora he manifestado tus maravillas.

Aun en la vejez y las canas, oh Dios, no me desampares, hasta que anuncie tu poder a la posteridad, y tu potencia a todos los que han de venir.”

(Salmos 71:17-18)


Puedo ver que el escritor está hablando con Dios, pero de alguna manera su oración ha quedado registrada y al final sus palabras se convirtieron en alabanza. 


Este anciano, desde su juventud, se ha mantenido en el Camino Divino y muchas cosas dice que aprendió estando en comunión con Dios. 


Observo, por sus palabras, que no ha sido nada fácil permanecer en el camino de la fe y la devoción, pero eso le ayudó y ahora que sus días se terminan tiene un vivo deseo, una pasión y es el poder anunciar a la posteridad que en Dios se puede confiar.


El hombre quiere proclamar las maravillas y el poder de su Señor. Solo desea que otros puedan creer y seguir a Dios. Eso es lo mismo que deseo con todo mi corazón al compartir la Bitácora de esta embarcación.


Como dije ayer, entiendo que debo seguir navegando a pesar del dolor que tanto me está afectando. 


Aunque la vida me ha lastimado, aunque todo se ha complicado, entiendo que me debo levantar y debo continuar porque sigo viviendo y hay que salir a trabajar.


En mi mente surgen estos pensamientos y los quiero registrar. Es como si pudiera escuchar al Capitán que se acerca y me habla para decirme estás palabras:


“Marinero de este Velero que navega rumbo al Cielo. Mantén la mirada en tu destino final. No mires las olas, no te dejes atrapar por la ansiedad. No debes tener temor al rugido del mar. Solo debes mantener tus ojos fijos en mi y así podrás continuar. 


Soy tu Capitán y hoy te digo:

¡LEVÁNTATE Y ANDA...!

Si... te lo digo una vez más:

¡LEVÁNTATE Y ANDA...! sigue avanzando por fe en mi Palabra!


Marinero, no dejes de confiar en mi. Recuerda que yo soy tu Buen Capitán. No te puedes rendir en medio de la Tempestad. Confía y descansa. Yo sigo siendo fiel y soy aquel que tiene el control sobre el viento y sobre el mar. En tan solo un momento la calma puede regresar.


¡¡Qué bien me hace escuchar al Capitán hablar!! 


Creo que necesito detenerme y volver a leer pausadamente el párrafo anterior para poder meditar en estas palabras que son una realidad.


A todos los que hoy están leyendo la Bitácora les digo:


Si aferrados al Señor, superamos la tormenta, nuestra fe aumenta. Nos vemos fortalecidos y podemos seguir adelante, con valor. En otras palabras, crecemos en la fe por medio del dolor y así podemos ser de bendición para otros que están en aflicción.


Me encanta ver el Sol que nuevamente brilla. El cielo azul que es una maravilla, luego de una tempestad espantosa que ha sido una pesadilla.


Esto que acabo de mencionar me recuerda que la peor pesadilla terrenal también terminará cuando el Sol de Justicia vuelva a brillar. Solo es cuestión de esperar.


Aunque el dolor actual sea espantoso, tengo la plena seguridad que en las manos del Gran Artesano el resultado final será precioso.


Si Dios, en su tiempo, todo lo ha hecho hermoso, eso quiere decir que ahora solo debo soportar el dolor espantoso y confiar que me sostendrá en sus brazos tiernos y amorosos.


No importa cual sea la situación, acercarnos a Dios y dejar que Él trabaje en nuestro corazón siempre será lo mejor.


Así como lo dijo aquel anciano en su Salmo yo también quiero orar y decir:


Oh Señor, mi Dios, aun en la vejez y las canas, no me desampares, te lo pido por favor. Ayúdame a proclamar tu poder a la posteridad, y tu salvación a toda la humanidad.


Un abrazo fuerte y sigamos unidos en oración. 


Gerwuer ⛵️

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