Día 116 - ¿Por qué te abates alma mía?

Martes 🌥️🌡️5°
Espera en Dios.
Confía en el buen Pastor.

La Bitácora 📝⛵️
¡Vamos! ¡Fuerzas... y arriba! Comienza una nueva jornada. Levanta tu mirada.

Hay que salir de la cama, hay que renovar la confianza. Hay que seguir adelante con la fe puesta en el Comandante.

Busca en esta hora al Capitán y deja ya de pensar en lo que ha pasado ayer, deja de pensar en lo que puede pasar mañana. Solo piensa en este día y agradece que Dios todavía te mantiene con vida.

Puede parecer ridículo pero hoy decido hablarle a mi alma y decirle a mi ser interior que deje de mirar los negros nubarrones, que deje de mirar al mundo con todas sus decepciones, y sobre todo que deje de mirar sus propias limitaciones.

Esto de hablarle a mi alma lo estoy aprendiendo de David quien muchas veces lo hacía y a sí mismo se decía:

"¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí?. Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío."
Salmo 42:5

También en otra ocasión dijo:

"Despierta, alma mía; despierta, salterio y arpa; me levantaré de mañana. Te alabaré entre los pueblos oh Señor; cantaré de ti entre las naciones."
Salmo 57:8-9

Muchas veces no me doy cuenta, pero permito que mi alma se llene de preocupación y queja. 

En lugar de poner la mirada en las cosas de arriba, me enfoco en los problemas de la tierra.

En lugar de agradecer por todo lo que tengo, me quejo por aquello que me falta.

En lugar de estar feliz por aquello que por gracia he logrado, me angustio pensando en todo lo que no he alcanzado.

Algunas veces me dejo llevar por lo que otros dicen y dejo de recordar lo que ha dicho el Capitán. Entonces termino asustado, abatido, frustrado.

Esta mañana decido hablarle a mi alma para que se enfoque en las cosas de arriba y creo sinceramente que esto debo hacerlo cada día:

Salmo 103:1-6
"Bendice, alma mía, al Señor, y bendiga todo mi ser su santo nombre. 

Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios.

El es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias; el que rescata del pozo tu vida, el que te corona de favores y misericordias; el que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila.

El Señor es el que hace justicia y derecho a todos los que padecen violencia."

Oh alma mía, si hoy te encuentras abatida es porque te has olvidado todo el amor que el Señor ya te ha mostrado.

En la Cruz, fue por tí que Él murió y su sangre derramó. Fue por tí que en la tumba permaneció, pero recuerda que Él resucitó. Ya no debes temer porque una nueva vida tienes en Él y por tí regresará tal como prometió.

Espera y mantén tu fe puesta en el mismo que ha demostrado ser tan fiel en el pasado.

Alma mía ya no debes temer pues en la tumba Él no te dejará permanecer. Aquel que resucitó regresará por ti también.

Oh sí, alma mía, no te olvides de todos los beneficios que tienes por navegar junto al Capitán. 

No te olvides, alma mía, que Él es aquel buen pastor que un día tu vida rescató con tanto amor.

Hoy decido recordar, una vez más, que Dios ha prometido completar la obra que un día comenzó y eso no es algo por lo que debo angustiarme yo.

Él prometió fortalecer a la oveja débil. Él prometió buscar a la oveja que se perdió. Él dice que hará regresar al redil aquella oveja que se marchó. 

El buen pastor atiende y sana a esa oveja que está herida y no la deja cuando ha llegado el momento de su partida.

Me encanta saber que Él se ocupa de vendar a la que tiene una pata quebrada y carga en sus brazos a la que le cuesta caminar porque está desanimada o cansada.

Oh mi buen pastor... 
¡Cuán precioso es tu cuidado y tu amor!

Hoy no me quiero olvidar que yo era esa oveja perdida, esa que estaba apartada, esa que estaba herida y lastimada. 

Dejaste por mí el redil con las noventa y nueve. Hiciste lo que nadie es capaz de hacer. 

Me buscaste, me encontraste, bajaste al pozo, te sacrificaste. Tus manos fueron perforadas, tu costado quedo ensangrentado, pero con todo ese sacrificio me has salvado y sé que me has perdonado. Por eso, Señor, te sigo y te amo.

Recuerdo que me abrazaste, me levantaste, me limpiaste, no te enojaste. En tus brazos me cargaste. 

¿Cómo no he de adorarte?
¿Cómo no he de amarte?
¿Cómo no he de alabarte?

Oh alma mía vuelve a tu reposo porque tú Dios ya te rescató de aquel profundo hoyo donde te encontrabas y te ha demostrado cuanto te ama.

Aunque vengan negros nubarrones o aflicciones no dejes que nada te quite el gozo y la ilusión.

Querido amigo, no sé cuál es tu situación actual. Si te encuentras en el pozo de aflicción, grita, clama, pide ayuda al buen pastor y te aseguro que vendrá porque buscando tu alma él está.

Si eres una oveja en su redil, entonces vive cada día con gozo y gratitud. No te dejes llevar por las circunstancias. Él ha prometido que a tu lado siempre estará. Aunque no lo veas si le llamas el vendrá y te sostendrá.

Hasta la próxima
Gerwuer

Lectura Anual 📖
1 Crónicas 7-10

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