Día 33 - El gran nacimiento anunciado.

Miércoles 🌦️🌡️5°

Bitácora 📝⛵
Una nueva mañana. El sol todavía no se asoma. La luna tampoco brilla. Solo oscuridad veo en el exterior pero no tengo ningún temor porque navego junto a mi Señor.

Si es Dios quien dirige la Barca, aunque el viento y las olas vengan de frente y todo se sacuda, no temeré mal alguno. Estoy tranquilo porque llegaré a mi destino a salvo y bien seguro. 

Hoy sigo leyendo el Libro del Gran Maestro. No quiero avanzar muy rápido porque deseo aprender y entender lo que me enseña en este importante relato.

Génesis 3:14-15

"Entonces Dios, el Señor, le habló a la serpiente directamente y le dijo: 
-"Por lo que has hecho, maldita serás entre todos los animales salvajes y entre los animales del campo; sobre tu pecho andarás y tragarás el polvo hasta el fin de tu vida.

-Pondré una profunda enemistad entre tú y la mujer, y entre tu descendencia y la de ella. Esta descendencia será la que te aplaste la cabeza pero tú le morderás solo el talón."

Como vimos, Adán en su momento, tuvo la oportunidad de dar una explicación de lo sucedido. Él fue confrontado con su pecado cuando Dios le hizo aquella punzante pregunta: 
¿Has comido del fruto prohibido?

Adán tenía pleno conocimiento de la Palabra y la ley o el mandato era muy claro. Dios ya le había enseñado el peligro de este árbol.

Su tarea era velar por el bienestar de la creación, trabajar y cuidar el jardín. Si, era el responsable de muchas cosas, pero sobre todo, él debía ocuparse de su esposa.

Ella era su ayuda idónea, su compañera, su amiga, su colaboradora, era parte de su propio cuerpo. Adán no podía dejarla o ignorarla. No podía este hombre andar por el huerto ocupado en su propio asunto y vivir como si Eva no existiera.

Sabiendo lo que pasaría si ella comía del árbol debía cuidarla y guiarla. Él fue quien recibió el mandato y tenía que asegurarse que Eva lo conociera y lo entendiera, pero que además lo cumpliera.

Yo me pregunto:
¿Dónde estabas Adán?
¿Por qué cuidaste todo lo demás y te ocupaste tanto de tu trabajo que al final descuidaste a la esposa que Dios te trajo?

Siempre culpamos a la mujer por haber comido de aquel fruto, pero en realidad es el hombre, el primer culpable, porque no la detuvo en el momento oportuno.

Ayer pude reconocer los tres pasos dados por Eva.
Ella escuchó a la serpiente. Se dejó engañar por la gran oferta. No se quiso perder la oportunidad.

Fue atraída por el deseo de la carne. Creyó que era un fruto bueno para comer. Lo vio como algo saludable. Creyó que era necesario para estar mejor.

Se acercó un poco más al árbol y fue atraída por el deseo de sus ojos. La fruta era preciosa, se veía sabrosa, apetitosa. 

Al final Eva fue seducida por la vanagloria de esta vida. Ella pensó que una sola mordida le cambiaría por completo la vida.

Ella escuchó que si comía de ese fruto tendría tanta sabiduría que sería como el mismo Dios.

Cuando le damos vuelta muchas veces a una mentira en nuestra mente al final nos convencemos que ese pensamiento es verdadero.

Eva se comportó como Adán. Al ser confrontada con su pecado busco a la serpiente y le echo la culpa sin dudar.

En realidad los dos estaban culpando de todo este problema al mismo Dios porque fue él quien todo lo creó.

En la actualidad muchas veces reaccionamos de la misma forma. Cuando todo nos sale mal y fracasamos por nuestra propia desobediencia le echamos la culpa a Dios porque no nos cuidó, decimos que no nos ayudó o pensamos que nos abandonó.

El pasaje que hemos leído hoy termina con el castigo para la serpiente. No había nadie más a quien culpar o señalar.

Dios directamente la condena a una vida arrastrada. Comería polvo hasta que se cansará.
La mujer tendría una descendencia que todo el tiempo estaría en guerra con la descendencia de la serpiente. 

Satanás engañó a Eva y esta dió a luz el pecado y el pecado siempre engendra más pecado.

Pero Dios deja la gran promesa y la esperanza maravillosa de que un día cambiará y restaurará todas las cosas. 

A su debido momento llegará de una mujer la descendencia que tendrá el poder de aplastarle la cabeza a la serpiente perversa. 

Podemos ver que el pecado y todas sus consecuencias desde el principio ya tenía los días contados. En la Cruz ha sido derrotado. Jesús lo ha vencido. 
Todos los hijos que el pecado ha engendrado terminarán condenados. 

Por esta realidad es que todos los seres humanos estamos perdidos. Todos nacemos del pecado que Adán y Eva engendraron. 

Es necesario nacer de nuevo para poder ser salvos. Jesús es el segundo Adán y vino del cielo para formar una nueva descendencia. Esta es la pura verdad. El que no nace de nuevo ya está perdido aunque en toda su vida ningún gran pecado haya cometido. (Lo cual es imposible por cuánto todos pecamos a diario)

Para finalizar dejo tres cosas para considerar:

Hombre: ocúpate de tu tarea pero no descuides a tu amada compañera. Ayúdale a crecer y enséñale lo que Dios te dicho que se debe hacer.

Mujer: no te dejes engañar, la sociedad te quiere cambiar la manera correcta de pensar. El mundo está influenciado por el mismo enemigo del principio. Ocupa el lugar que Dios te ha dado, se una compañera amorosa y ayuda a tu esposo a cumplir con la misión. Entre los dos tienen una gran función. Servir y honrar al Señor.

Humano: tanto hombre como mujer, si quieres ser salvo de las consecuencias del pecado, necesitas volver a nacer y es tan solo por la fe. Otra cosa no puedes hacer.

Mi querido amigo... 
¿Has nacido de nuevo?
¿Realmente tienes a Cristo?

Hasta la próxima.

Gerwuer

Lectura Anual: Levítico 11 al 12

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