Día 26 - Hoy he pensado en ti y por eso te escribí... espero que lo leas.
Miércoles 26 de Enero de 2022
☁️🌡️ 3°
Bitácora 📝
Esta mañana, al encontrarme con el Capitán, he dedicado un tiempo para derramar mi corazón en una profunda petición a favor de aquellos navegantes que recorren los mares de otra región.
Estoy pensando en esos amigos tan queridos que desde hace mucho tiempo he conocido.
No quiero aquí registrar sus nombres pero ellos saben bien que son mucho más que simples Navegantes, son hermanos muy queridos, son verdaderos amigos, y pienso que si ahora están leyendo la Bitácora ya se dan por aludidos.
Oh sí mi querido amigo estoy orando por ti. Así es mi querida amiga, también a ti te recuerdo.
Estoy seguro que el enemigo a ustedes también se les presenta y de muchas maneras los tienta.
Él muy perverso se las ingenia y con mucha astucia a todos nos envía Sirenas hermosas o Príncipes azules, puede enviar también un ser malvado pero vestido de Ángel.
No lo dudes, él malvado puede enviar lo que sea necesario con tal de desviar nuestro corazón de la verdad del Señor.
Por eso ayer vimos que en el Jardín del Edén, este se disfrazó de un inocente animal. Recuerda que Adán y Eva cuidaban los seres vivos a todos por igual.
Pienso que, por algún motivo desconocido, la mujer no se sintió asustada escuchando que la serpiente le hablaba.
Leamos Génesis 3:6-7
"La mujer vio que el fruto del árbol era hermoso, tenía un aspecto delicioso, bueno para comer, pero además pensó que era deseable para adquirir la sabiduría, así que tomó del fruto y comió; y luego también le dió a su marido el cual comió de la misma forma que ella.
En ese mismo instante sus ojos se abrieron y descubrieron que estaban desnudos, así que con unas hojas de higuera se hicieron como delantales para cubrirse"
¡Cuánto daño puede hacer tan solo un mordisco de una fruta prohibida!
Ayer hice esta pregunta que ahora repito por si no lo has visto:
¿Has escuchado el canto de la sirena?
Dicen que su voz es muy suave y serena. Es tan dulce como miel de una colmena pero al mismo tiempo es tan peligrosa como la fruta de la Hippomane Mancinella, que con solo rozarla te envenena.
Querido amigo, querida amiga, querido navegante del Capitán, no te dejes atrapar por el engañador Satan. Recuerda que en cualquier momento se presenta y nos tienta con aquello que más deseamos.
Se disfraza y se viste de manera muy atractiva pero ten cuidado con la belleza de su mirada. No te dejes atraer por su voz suave y tranquila pues te dejará sin vida.
Por favor no escuches sus palabras porque te adormecerá en sus faldas. Te arrancará los ojos. Te dejará sin vista. Perderás todas las fuerzas que en ti existan.
Debes saber que la tentación en si no es pecado. Todos somos tentados a diario, pero si le seguimos el juego, si le damos lugar y hacemos aquello que ella nos propone el resultado final ya lo conoces. Dolor, separación, angustia, depresión y mucho más que no tiene sentido agregar.
En esta mañana vuelvo a pedir al Capitán por otros más que navegan. Algunos ya se han ido muy lejos y están apartados.
Con dolor pienso en varios seres amados algunos que todavía se niegan y se resisten, no quieren seguir al Señor. Prefieren navegar a su modo con su propia embarcación.
Pienso también en otros, esos que son navegantes y compañeros fieles, por ustedes también intercedo ante el Capitán, el Señor y Dios del Universo.
Tanto hombres como mujeres, todos estamos en el mar de la vida y somos tentados de diversas maneras. A cada uno la fruta asesina les llega envuelta de la mejor manera.
Ruego al Comandante que a todos nos guarde. Ruego que aquellos que le servimos sigamos firmes a su lado navegando hasta el final.
Si tú lees las Bitácora y estás lejos del Señor te recuerdo que el resultado final es desastroso y doloroso.
No te dejes atrapar por el engaño de la Sirena. Entiende que si le sigues y le abrazas tu alma sufrirá eterna pena y la dura angustia de una gran condena.
Las consecuencias de la desobediencia siempre traen separación de Dios y gran dolor.
Es tiempo de pedir ayuda al Señor.
Hasta la próxima
Gerwuer
Lectura Anual: Éxodo 30 al 33
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