La brillante atracción del fruto prohibido. Una sola mirada puede encender la pasión que desvía el rumbo de tu corazón.

 

La brillante atracción del fruto prohibido

Una sola mirada puede encender la pasión que desvía el rumbo de tu corazón.

"Porque todo lo que hay en el mundo —los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida— no proviene del Padre, sino del mundo."
1 Juan 2:16


Hola, bienvenido o bienvenida. Me alegra recibir tu visita.
¿Cómo te encuentras en este día?
¿Por dónde navega tu corazón?
¿Cuál es tu verdadera motivación?

Yo sigo por aquí, navegando en este mar de la vida junto al Buen Capitán.
Sigo consultando Su Palabra y meditando en la primera carta de Juan.

La Biblia, para mí, es el mapa que me indica el rumbo seguro por donde debo avanzar. Es la brújula que me muestra el punto exacto para no perder la dirección. Pero también es el ancla firme que sostiene mi corazón, que me mantiene en el mismo lugar cuando llega la aflicción.

Cuando los vientos contrarios intentan desviarme, solo debo clamar a mi Buen Capitán y seguir Su Palabra sin dudar.

Leyendo lo que dice Juan, me quedo pensando en la profunda verdad que nos está enseñando.

¡Cuán vigentes resuenan sus palabras en nuestro tiempo!
La influencia de Satanás es sutil pero constante, presentándonos un desfile incesante de imágenes "coloridas, nítidas, atractivas", diseñadas para encender los deseos de nuestra carne.

Así como el enemigo en el pasado le mostró a Eva aquel fruto prohibido, con colores muy llamativos, de la misma forma trabaja hoy. Nos muestra "fotos a todo color". Es un ciclo perverso que comienza con la mirada.

Nuestros ojos son las ventanas del alma, y lo que permitimos que entre a través de ellos tiene un poder inmenso para moldear nuestros deseos más profundos.

El mundo, con su astuta estrategia, nos bombardea con estímulos visuales que avivan pasiones ocultas en nuestra naturaleza caída. Ya sea a través de la publicidad que explota nuestros deseos de posesión y placer, el entretenimiento que glorifica la inmoralidad y la violencia, o las vidas aparentemente perfectas que se exhiben en redes sociales... 

Todo está diseñado para despertar la codicia de nuestros ojos.

Queremos lo que vemos, anhelamos lo que se nos presenta como deseable.

La Biblia dice que Eva miro, codició y comió, pero luego también compartió.

"Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol, codiciable para, alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el, cual comió así como ella.

(Génesis 3:6)

Lo mismo hacemos nosotros cuando vemos, codiciamos, consumimos y luego compartimos con nuestros familiares y amigos aquello que vimos y conseguimos.

Una vez que la semilla del deseo ha sido plantada, y hemos logrado obtener aquello que nuestra carne tanto anhelaba, entonces sale a flote el orgullo, la vanagloria de la vida.

Nos llenamos de arrogancia por nuestras adquisiciones, por nuestros logros, por la validación que obtenemos al alcanzar los estándares del mundo.

En estos días, me he detenido a considerar algo particularmente alarmante:

El tiempo que dedicamos a las pantallas de nuestros teléfonos móviles.

Como si fueran las profundas aguas del mar, comenzamos a navegar por diferentes redes sociales. Y casi sin darnos cuenta, somos arrastrados por el flujo constante de videos e imágenes que han sido cuidadosamente seleccionadas para mantener a la mayor cantidad de gente atrapada...

Voluntariamente, y  hasta negligentemente, nos exponemos a un torrente de estímulos que encienden nuestras pasiones con una facilidad pasmosa.

Lo más preocupante es que este consumo incesante puede volvernos insensibles al engaño, y hacer que veamos nuestros deseos como algo natural y necesarioaunque sean contrarios a la voluntad de Dios.

La trampa es sutil. Lo que vemos parece inofensivo, incluso atractivo. Pero en el fondo, esas imágenes están cultivando en nosotros un amor por el mundo y sus valores. Un amor que, como nos advierte Juan, excluye el amor del Padre.

Estamos tan inmersos en buscar aprobación terrenal, "likes" y seguidores virtuales, que corremos el riesgo de adaptar nuestro mensaje, e incluso nuestra identidad, para encajar en los moldes del mundo.

Hay un pasaje de la Palabra de Dios que resuena en mi mente y se ajusta perfectamente a este mismo mensaje. Es una exhortación a mantener la mirada puesta solo en Jesús nuestro Salvador y dice:


"Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe" (Hebreos 12:2)

Esto es lo que necesitamos hoy más que nunca. 

Volvamos la mirada hacia Aquel que nos indica por dónde debemos navegar, sigamos a nuestro Buen Capitán.

Que esta reflexión sea un llamado de atención.
Examinemos honestamente qué es lo que alimenta nuestra mente, qué dejamos ingresar por nuestros ojos y qué es lo que motiva nuestros corazones.

¿Buscamos la fugaz aprobación del mundo o el amor eterno del Padre?
¿Estamos permitiendo que las pantallas moldeen nuestros deseos o estamos buscando la guía transformadora de la Palabra de Dios?

La invitación de Juan sigue en pie:
No amemos al mundo ni las cosas que están en el mundo.

Busquemos, en cambio, un amor profundo, sincero y activo por Dios. Un amor que se refleje en nuestros ojos, en nuestros deseos y en la humildad con la que caminamos cada día.

Que la luz de la verdad ilumine nuestro corazón y nos aleje del engaño y la seducción del mundo y su perversión. 

Que la Brújula Divina nos guíe hacia la verdadera satisfacción, que solo se encuentra en mantener una diaria comunión con nuestro Creador.

Gracias por acompañarme en este recorrido.
Déjame saber lo que opinas y cómo estás navegando tú por esta vida.

Soy Gerwuer, y por hoy aquí me despido...
Hasta la próxima, si Dios lo permite.
No olvides suscribirte al canal.
Sigamos escuchando la voz del Buen Capitán.

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