Hombre de poca fe. Cuando el agua te llega al cuello.


Hombre de poca fe.

¿Qué hacer cuando sientes que te estás hundiendo?

«Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?»

(Mateo 14:31)

Creo que esta es una de las escenas que se repiten en la vida de todo marinero que navega rumbo al cielo.

Nos embarcamos para seguir el llamado. Nos lanzamos a navegar por el mar de la vida siguiendo el mandato del Buen Capitán que nos ha ordenado cruzar al otro lado.

Mientras las aguas no se agitan, todo el viaje es hermoso. La emoción nos llena el corazón de gozo. Vamos cantando con alegría pensando que así será el recorrido día tras día, pero cuando menos lo esperamos nos encontramos con la peor tempestad y sentimos que todo terminará sepultado en el fondo del mar. 

En los momentos desesperados, cuando el agua entra por todos lados, buscamos en oración al Capitán que nos envió a llevar su mensaje de salvación, pero parece que se ha cortado la comunicación. ¿Será que se ha olvidado de nuestra embarcación? Las nubes de oscuridad nos nublan la visión y temblamos con desesperación.

Muchas veces la fe falla cuando todo en la vida estalla. Cuando el cielo se oscurece y el corazón se estremece es cuando la fe desaparece. 

¿Dónde está mi fe?

¿Dónde se ha metido?

Parece que la fe se ha desvanecido por la prueba que nos ha sobrevenido. En medio de la tormenta sentimos que Dios nos ha dejado en el olvido.

Lo interesante es ver que en la hora más dolorosa, cuando la situación se vuelve tan espantosa, es cuando Dios puede realizar su obra maravillosa.

Justo cuando nuestra fe se va, cuando sentimos que ya no podemos más, es cuando Jesús nos extiende la mano y nos vuelve a levantar. 

El Señor no nos abandona aun sabiendo que el último golpe nos ha dejado en la lona. 

Puede ser que nos sintamos noqueados, puede ser que de tanto llorar tengamos los ojos hinchados, puede ser que estemos de rodillas y seamos incapaces de seguir avanzando una segunda milla, pero el Señor sigue estando a nuestro lado. Nos recuerda que somos sus hijos amados. 

Él entiende muy bien nuestro dolor porque también sufrió buscando llevar al mundo la salvación.

¡No te rindas marinero! 

No pierdas tu fe en el Capitán del Velero. Espera y verás que Dios nunca te ha dejado. Él te está extendiendo su mano. Aférrate al Señor en tu momento de mayor dolor.

Si te detienes a leer todo el pasaje de Mateo 14:22 al 33  verás que Pedro se armó de fe y valor para ir al encuentro del Señor... pero... 

«Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: 

¡Señor, sálvame!»

(Mateo 14:30)

¡Qué sabia fue la actitud de Pedro al reconocer que se estaba hundiendo!

De inmediato el Señor ayudó al que clamó con desesperación.

Cuando sientas que ya no puedes más, tan solo clama a Dios y él te ayudará. No intentes sobresalir entre los demás. Admite tu debilidad y busca asirte de esa poderosa mano extendida que viene desde arriba.

Te abrazo en medio de la tormenta. 

Gerwuer ⛵️

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