Jonás: La historia real de un navegante que ignoró la voz del Capitán.
Una lección muy personal para aplicar en mi diario navegar: Nunca sigas el rumbo de Jonás. Solo escucha y obedece la voz del Buen Capitán.
Gerwuer
Samstag (Sabado)
🌧️🌡️10°⛵️
Navegando día tras día en el Velero, seguimos recorriendo el mes de Febrero.
Siempre digo que la vida es como el mar por donde todos navegamos rumbo a la eternidad.
Es interesante notar que: Todos venimos de las aguas y se podría decir que, al momento de nacer, es cuando las aguas se rompen y nos impulsan hacia un nuevo horizonte.
Todos somos como MARINEROS... pero no todos vamos en el mismo VELERO.
Como suelo decir, en esta vida unos navegan con Dios y conocen al Capitán, pero hay otros que no saben hacia donde van.
Hay muchos que navegan a su modo, siguiendo su tradición, su religión, su propia opinión y no tienen ni la menor idea que van navegando rumbo a la perdición.
En el trayecto que recorremos podemos disfrutar de los buenos vientos que nos ayudan a progresar. Tal vez, en la comodidad, dormimos muy tranquilos y no nos preocupa el destino.
Son muchos los que en esta vida solo piensan en disfrutar. Es como si viajarán en un crucero del placer, se sienten seguros mientras todo les va bien.
Cuántos hay que en su viaje por el mar de la vida nunca miran hacia arriba. No creen en Dios y rechazan su Palabra, ignoran su voz.
Pero si la situación se complica, si llega la adversidad, si llega el dolor, en esos momentos es cuando más de uno se acuerda de clamar buscando la ayuda de algún ser superior.
¿Conoces la historia de Jonás?
Muchos piensan solo en la historia de la ballena que lo tragó y como Dios lo salvó pero se olvidan de lo que antes sucedió.
En primer lugar me veo en la obligación de resaltar que:
LA HISTORIA DE JONÁS NO ES UN CUENTO FICTICIO, es algo real, es algo que sucedió y está escrito para dejarnos más de una lección.
Detente un momento y considera conmigo como comienza la historia de Jonás.
La Biblia nos cuenta que Dios habló a Jonás. Le dió un mensaje muy claro. Le dió una tarea, una misión, un sentido de propósito, una función. Veamos qué sucedió:
“Vino la palabra de Dios a Jonás hijo de Amitai, diciendo:
Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona en contra de ella; porque ha subido su maldad delante de mí.”
(Jonás 1:1-2)
Dios mismo le habla a Jonás y le pide que se dirija hacia Nínive para anunciar en esta región que llegará un castigo y una gran destrucción por causa de la maldad y el pecado de la nación.
¿Qué hace Jonás con la Palabra de Dios? ¿Qué actitud toma frente a la advertencia del juicio que vendrá?
Jonás se comporta igual que mucha gente en la actualidad. Este hombre decide ignorar la Palabra de Dios. Se embarca por su propia cuenta para navegar en otra dirección. Jonás, sin ningún temor decide rechazar la voz del Buen Capitán del Cielo que le indica el rumbo verdadero.
Esto dice la Biblia:
“Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Dios a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Dios.”
(Jonás 1:2)
Lisa y llanamente Jonás rechazó la Palabra de Dios. Desobedeció. Quiso escapar del Señor. Se subió al barco equivocado. Se marchó para otro lado... Yo pregunto.
¿No es esto lo mismo que hemos hecho los seres humanos?
Todo esto daría para hablar mucho más... Jonás era un profeta, era un Judío, era parte del pueblo que Dios había escogido... los ninivitas, por el contrario, eran sus enemigos.
En la cabeza de Jonás no entraba la idea de que la gracia y el perdón de Dios pudiera llegar a estos otros perversos pecadores que no formaban parte de los Elegidos.
Pero bueno, eso es para otra ocasión. El punto en cuestión al que hoy quiero llegar es que:
El rechazo de Jonás a la palabra de Dios trajo como consecuencia una gran tormenta. Una situación espantosa. Puso en riesgo la vida de muchas personas.
Veamos lo que cuenta La Biblia:
“Pero Dios hizo levantar un gran viento en el mar, y hubo en el mar una tempestad tan grande que se pensó que se partiría la nave.
Y los marineros tuvieron miedo, y cada uno clamaba a su dios; y echaron al, mar los enseres que había en la nave, para descargarla de ellos. Pero Jonás había bajado al interior de la nave, y se había echado a dormir.”
(Jonás 1:4-5)
A este punto quería llegar. Aquí dice que fue Dios quien desató la tormenta para hacer reaccionar a Jonás. Para hacerlo despertar.
En ocasiones Dios se vale de tormentas y aflicciones para despertar nuestros corazones.
Puede ser que Dios permita en nuestras vidas algunas terribles sacudidas para hablarnos y hacernos ver que desde hace tiempo lo rechazamos, nos apartamos, no le obedecemos, ni le escuchamos.
Observa con atención lo que pasó en la tripulación. El pasaje dice que esta tormenta motivó a que todos comenzaran a rogar a su “dios" con minúscula.
Es decir que cada uno buscó acudir a su propia idea, su concepto, su opinión, su tradición o su religión.
Lo que intento señalar es que:
Cuando los marineros se dieron cuenta que llegaba la hora final, el terror y la desesperación los impulsó a orar buscando una salvación... en ese momento cada uno quiso buscar a un ser superior.
Cada uno conoce su situación y sabe si el sufrimiento que está pasando es porque a lo largo de su vida ha ignorado la voz de Dios.
Una lección importante que también podemos rescatar de la historia de Jonás es que, mientras navegamos por la vida, muchas veces podemos estar sufriendo por el pecado y la desobediencia de alguien más. El pecado de otros también nos afecta.
En este caso, la gente de la embarcación sufrió por causa de un pasajero que endureció su corazón a la voz de Dios.
Para pensar:
¿Cuántas personas hoy se pueden estar viendo muy afectadas por mi pecado y mi propia desobediencia, presente o del pasado?
No puedo evitar pensar que gran parte del sufrimiento que estamos pasando en la humanidad se debe al pecado y al rechazo de muchos que, por decirlo así están durmiendo plácidamente en el Barco.
No se cuál sea tu situación, pero te puedo asegurar que si estás ignorando la Palabra de Dios y estás rechazando su dirección terminarás destruyendo tu vida, tu embarcación y lo peor de todo es que afectarás al resto de la tripulación.
Un pecado que se mantiene escondido siempre contamina y altera todas las cosas.
Termino diciendo que en la historia de Jonás, la solución no llegó como respuesta a la oración o ruego de los marineros. Tampoco se salvaron por su capacidad o su habilidad.
Solo se pudieron salvar cuando creyeron y obedecieron la voz del Dios de Jonás.
Te aseguro que en la embarcación todos lucharon por salir a flote pero solo se salvaron cuando creyeron y obedecieron al mandato que vino del cielo.
¿Conocés en verdad al Dios de Jonás?
¿Quién es Jesús para tí?
Hoy te diré que Jesús es el mismo Dios de Jonás y es el que en aquella ocasión calmó la tempestad.
Tal vez las cosas en esta vida no se calmen y la tormenta que ha venido se lleve de tu lado algo que para ti es muy amado. Puede ser que un ser querido termine su recorrido.
Lo más importante, en todo esto, es que ahora te acuerdes de mirar al verdadero Dios y que entiendas que ya es tiempo de pedir su salvación.
Tarde o temprano todos terminaremos el recorrido en esta vida y nos iremos al otro lado en la pequeña barca de madera.
El asunto principal en el que ahora debemos pensar es si al final, en la otra rivera seremos bien recibidos por el Padre Celestial o nos encontraremos perdidos por la eternidad.
Gracias por leer la Bitácora.
Deseo que en verdad estés navegando con el Buen Capitán.
Abrazo fuerte
Gerwuer ⛵️
Comentarios
Publicar un comentario
Libro de Visitas:
Muchas gracias por dejar tu comentario.