Día 82 - El día en que me quedé empantanado.
Miércoles ☀️🌡1°
Hoy es 23 de Marzo de 2022
Bitácora 📝⛵️
Me levanto como cada día, buscando al Señor desde temprano.
Esta mañana he leído una frase que realmente me ha gustado.
Fue escrita por la madre de un conocido poeta alemán y dice así:
"Confío en Dios con firmeza y está confianza nunca me ha dejado estancada"
Katharina E. Goethe
Hoy yo puedo afirmar de otra manera algo similar porque confío en el mismo Dios y Padre Celestial:
"Confío en el Señor que nunca me ha desamparado y esa confianza es la que no me ha dejado empantanado."
La frase me ha llevado a pensar que: Tan solo si tengo una absoluta confianza en el Capitán podré descansar con tranquilidad.
Por eso, sin temor afirmó que:
"Puede navegar tranquilo, porque ya está asegurado, todo aquel que tiene al Capitán a su lado"
Mi mente sigue pensando en lo que ayer escribí sobre buscar a Dios.
Me pongo a pensar que muchos son los que han caído por caminar desprevenidos, pero son muchos más los que todavía caen porque sus malos deseos no quieren dejar.
Si en el lodo estoy metido, si en un profundo pozo me he caído, de poco sirve mi esfuerzo por salir.
Al contrario, ya he comprobado que si en el barro estoy atascado, cuanto más esfuerzo hago, más profundo termino enterrado.
Lo que siempre me ha ayudado, cuando en el barro me he metido, ha sido reconocer el problema y pedir ayuda a un buen amigo.
No me olvido lo que paso una noche cuando iba conduciendo el coche por terreno sin asfalto. Pensaba que no corría peligro al ver un pequeño charco y avancé confiado pero me quedé enterrado.
Angustiado me esforcé por sacar el vehículo haciendo uso de su potente motor, pero la situación se puso cada vez peor.
¿Sabes cómo logré salir?
Tuve que reconocer mi error y sobre todo admitir que estaba en un problema del que no podía salir sin ayuda. Por eso llamé a un querido amigo quien estuvo dispuesto a meterse en el barro.
Fue suficiente con un solo llamado para que él viniera y me ayudara. No puedo olvidar a este amigo tan especial que se puso en mi lugar. Esa noche no me dejó bajar del auto, para que yo no quedara todo embarrado, él solo de todo se hizo cargo, me sacó sin cobrarme ni un centavo y lo mejor fue que luego terminé en su casa con toda la familia cenando.
Me sonrío al pensar que al final todo ese mal momento vivido quedo como un recuerdo de lo ocurrido y sirve siempre de ilustración para dejar una buena lección.
Si mi amigo ahora lee la Bitácora de seguro se acordará lo que pasó esa noche y estará sonriendo como lo hago yo en este momento.
Lo mismo sucede con el Señor. En la Cruz él su vida y su sangre entregó para brindar salvación. Un día los que le hemos llamado y por él hemos sido rescatados, estaremos juntos en su hogar cenando. Festejaremos y no se si recordaremos cosas del pasado pero si seremos conscientes que solo Él nos ha salvado.
Deseo entonces que se entienda y quedé muy claro con esto que he contado que:
Solo me puede sacar del pozo aquel que está arriba.
Solo me puede sacar del barro donde estoy enterrado aquel que tiene la fuerza suficiente y no se encuentra atrapado.
David sabía que Dios es el único que puede ayudarnos cuando estamos metidos en el fango.
Estas son las palabras que escribió en uno de sus salmos:
Salmos 69:1-2
"¡Sálvame, oh Dios, porque las aguas han entrado hasta mi alma!
Estoy hundido en el lodo profundo donde no hay suelo firme.
He llegado a las profundidades de las aguas, y la corriente me ha arrastrado."
Lo primero que aprendo es que debo admitir mi condición:
"El agua me llegó al cuello.
Estoy hundido. He llegado al límite. No puedo más."
Luego David sigue diciendo:
Salmo 69:14-15
"Sácame, del lodo, y no sea yo sumergido; sea yo libertado de los que me aborrecen, y de lo profundo de las aguas.
No me anegue la corriente de las aguas, ni me trague el abismo, ni el pozo cierre sobre mí su boca."
Admitir la condición es lo primero pero para poder salir hay que pedir ayuda.
¿Cuál es nuestro pozo?
¿En qué lodo nos hemos metido?
Hay todo tipo de situaciones y condiciones que nos mantienen atascados.
Tal vez alguien está enterrado por consumir tanto alcohol; la borrachera; las drogas o el cigarro se han vuelto una gran adicción y no logra salir de esta situación.
Otro puede estar atrapado en pornografía, lujuria, sexo fuera del matrimonio o pasiones tan bajas que son motivadas por el mismo demonio.
El engaño, la mentira, el hacer cosas a escondidas también se vuelve un hábito que a otros lastima y hace mucho daño.
La lista de pozos en los que podemos caer es interminable.
Cada uno sabe bien qué es lo que lo mantiene atrapado.
Lo que todo el mundo necesita hoy saber es que, al nacer ya estamos metidos en el pozo y lo que en algunos casos hacemos, a medida que crecemos, es profundizar mucho más en la maldad y en la oscuridad.
Algunos pueden ser más religiosos pero siguen viviendo dentro del pozo.
Algunos pueden ser bondadosos. Amorosos. Pero eso no lo saca del pozo.
Todos nacemos separados de Dios, como atrapados en una oscura sucia y profunda mina, todo lo que aspiramos nos contamina.
Dios en su gracia bendita vino al mundo. Bajó al pozo vestido en el traje o el cuerpo del mismo ser humano pero sin ser contaminado por el pecado.
Dios mismo en la Cruz fue clavado y las tinieblas pensaron que lo habían derrotado pero al tercer día de la tumba su cuerpo fue levantado.
Su muerte abrió el único camino que nos permite salir del pozo.
Uno a uno puede obtener el rescate.
Se podría decir, para ilustrar, que la herida en sus manos o el tajo en su costado es la puerta de salida que nos ha dejado. Es pequeña, está marcada con sangre, pero es eficaz. Cada uno debe elegir pasar por ella si la salvación quiere alcanzar.
Debo decir con toda claridad que:
"Es más sabio el que se humilla que aquel que es terco y obstinado y que sigue enterrado con el barro hasta la coronilla."
Oh querido amigo, querido navegante no puedo explicarte cuanto deseo que creas en este mensaje y pases por la única puerta de escape.
Si en Cristo has creído entonces deseo que seas usado para enseñar a otros este verdadero camino.
Dios bendiga e ilumine a todos los que navegan a mi lado y también a mis queridos amigos, familiares y conocidos lo mismo les deseo.
Espero que nos veamos de nuevo y cenemos todos juntos, no solo en la tierra, sino muy especialmente en el cielo.
Hasta la próxima
Lectura Anual 📖
Ruth 1 al 4
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