Día 12 - ¡Avanza! pero siempre con precaución.

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Bitácora 📝

Miércoles 12 de Enero de 2022

Comenzamos un nuevo día y por todos lados hay una densa neblina.

Quiero aplicar lo que ayer consideraba: 

"No debo estar afanoso, ansioso o preocupado por nada, antes bien debo orar por todo y por supuesto debo dar gracias"

Aún debo agradecer por esta neblina que me impide avanzar con paso firme y certero pues no veo con claridad lo que viene más adelante.

La neblina me atemoriza un poco, y me obliga a marchar con precaución, pues el peligro de chocar contra alguna roca, siempre está presente cuando navegamos. También podemos chocar contra otra embarcación que viene en sentido contrario. 

En la vida diaria y en el trato con las personas también debo ir con cuidado. Siempre puedo terminar chocando con el que tengo a mi lado.

Es difícil tener problemas con alguien que está muy lejos, pero con cuánta facilidad puedo terminar mal con aquel que me rodea.

Chocar y terminar peleados con aquellos con los que a diario convivo es una realidad y debo estar prevenido. No debo ser egoísta tratando de llegar siempre primero o creer que en todo tiempo soy yo quien tiene la razón.

A veces puedo pensar que mi barco avanza en la dirección correcta y no quiero cambiar el rumbo, pero el que viene del otro lado ve las cosas de manera diferente y debo entender que muchas veces puede saber algo que yo ignoro. Por eso no debo ser presumido, debo andar despacio y prestar atención para no destruir otra embarcación o algo peor, como una buena relación.

¡Avanza!, no te detengas, pero siempre recuerda hacerlo con precaución. Mira hacia el frente atentamente, pero mira también a tu costado. No sea que choques con quién navega a tu lado y termines mal con alguien muy cercano.

Cuando hay tanta oscuridad a mi alrededor es cuando más cerca debo estar de mi Capitán y Señor. Él siempre me dirá lo que debo hacer y si le sigo no corro ningún peligro. 

Por esto ahora leo su precioso Libro.

Génesis 2:9-15

"El Señor hizo que de la tierra nacieran árboles hermosos y de frutos deliciosos, muy buenos para comer; pero además hizo crecer el árbol de la vida en el medio de este huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal.

Del Edén brotaba un río que regaba todo el jardín y desde allí luego se dividía en cuatro ríos menores.

El primer río se llamaba Pisón; este es el que rodea toda la tierra de Havila donde hay oro y el oro de esta tierra es de muy buena calidad. También hay bedelio, una resina preciosa, y piedra de ónice.

El segundo río se llamaba Gihón, es el que rodea toda la tierra de Cus.

El tercer río se llamaba Hidekel o Tigris, el cual va al este, delante de Asiria. 

Por último, el cuarto río es el Eufrates.

Entonces, tomó Dios, el Señor, al primer hombre, y lo puso en éste huerto de Edén, para que se encargara de labrarlo y cuidarlo."

Hasta aquí la lectura de hoy.

Encuentro muy bueno detenerme en este relato y observar que Dios preparó un lugar perfecto para que el primer ser humano viviera y procuró que no le faltara nada de lo que realmente le brindará una ayuda, un beneficio o fuera de utilidad. 

Tenía alimento por todas partes, fruto muy saludable y sabroso que podía cosechar de todo árbol frondoso.

El agua nunca le faltaba. Fresca y pura cada día por todas partes corría. 

La luz del sol que brillaba cada nueva mañana y en su justa medida hacía que todo fuera muy agradable.

Había, además, oro , piedras preciosas, y muchas otras cosas. Por otra parte no le faltaba un buen trabajo, tenía un puesto asegurado.

Si bien había mucho para hacer, no era un trabajo forzado y también tenía asignado un día para el descanso. 

Como si esto fuera poco,  su Jefe era como un amigo que lo visitaba muy seguido y de inmediato podía agregar todo lo que hiciera falta.

No existía nada igual a lo que Dios ya había preparado para el primer ser humano.

¿Qué más se puede pedir? ¿Qué le podría faltar para estar completo?

¿Cómo no estar agradecido por todo lo que había recibido?

Por hoy dejo aquí mis pensamientos.

Hasta la próxima

Gerwuer

Lectura anual: 📖

Génesis 36 al 39