Alimento para el alma

Bitácora 📝
Día Martes 28 de Diciembre de 2021

En esta mañana me detengo a pensar que no existe libro, ni nada escrito, que se pueda comparar con La Biblia pero su maravilloso contenido solo se puede apreciar en momentos de quietud, en oración y buscando el contacto con el autor. 

Comienzo a vivir un nuevo día.
Encuentro que esto es maravilloso. Es una bendición de Dios y debo estar agradecido porque me permite estar vivo.

Hoy leo unas palabras que hace tiempo escribió Jeremías, es como si estuviera también compartiendo un poquito de su diario personal, su bitácora.

El pasaje que leo está en La Biblia, en el Antiguo Testamento, es en el libro de Jeremías capítulo 15 desde el verso 15 al 21 pero especialmente el verso 16 me motiva a detenerme en la reflexión.

Entiendo que estás son sus confesiones, comparte lo que siente por todo lo que está viviendo. En un sentido su corazón se desploma. Expresa abiertamente todo aquello que no comprende.

El mundo en el que vive se ha vuelto un caos. ¡Todo es tan inseguro!. No sabe si seguirá vivo mañana.

Todo se parece a lo que estamos viviendo en estos tiempos. 

Lo único que Jeremías sí sabe es que se aproxima la destrucción por causa de la maldad y el pecado de su generación, pero por hablar de estas cosas es aborrecido, es menospreciado, es rechazado y hasta perseguido.

Pero, en medio de todo, solo encuentra verdadero deleite cuando se alimenta de la Palabra de Dios.

Me siento identificado con lo que Jeremías comunica en el versículo 16 y quiero expresarlo como si lo dijera yo mismo:

"En el momento en que encontré tus palabras, las creí, las acepté, las devoré; y ahora tus palabras se han convertido en la alegría y el deleite de mi corazón, porque he sido llamado por tu nombre, soy tuyo, te pertenezco Señor Dios de los ejércitos."

Aún así, a pesar de haber aceptado el mensaje de Dios. A pesar de recibir su Palabra como alimento, Jeremías en ese momento se encuentra angustiado, dolorido, apesadumbrado por todo lo que está viviendo. Es ésto lo que él no entiende.

Podría decir que se queja con Dios. Habla francamente y le dice algo así.

"Señor, tú sabes que no estoy de acuerdo con lo que hace la gente de mi pueblo. No me he colocado en el lugar de los que se burlan de tí y de lo que tú dices. No me he llenado de orgullo por ser un siervo tuyo. Estoy indignado por el pecado y todo lo que veo a mi lado.

Señor, ahora estoy desanimado. Estoy dolorido, estoy descontento con la situación."

Finalmente Jeremías le pregunta a Dios ¿Qué pasa Señor?. ¿Por qué no se termina mi dolor?. ¿Eres tan solo un espejismo para mí?. ¿Será que todo este tiempo estuve engañado?. Vengo hasta ti buscando saciar mi sed pero sigo insatisfecho. ¿Te has convertido para mí en un arroyo seco?.

Oh, cuántas veces por mirar las circunstancias terminamos de la misma manera afligidos y ansiosos. Asustados, quejosos y amargados. Todo por dejar de mirar al único que siempre se mantiene a nuestro lado.

Qué precioso es lo que luego Dios mismo le dice la Jeremías.

Es como si un amigo le reprendiera y le hablara en forma directa con estas palabras como para hacerlo reaccionar:

"Vamos Jeremías, no digas tonterías, tú sabes bien lo que sucede, tienes que dejar de pensar en lo que no conviene.
Tienes que recapacitar y volverte a mi. No te vuelvas hacia los que te rodean. No le des lugar al pensamiento de tu entorno. Tu debes marcar la diferencia. Los que te rodean se deben convertir hacia ti. Tu no tienes que adaptarte a ellos."

¡Cuántas veces los que viven para las cosas del mundo nos presionan a los que queremos vivir para Dios! 

El mundo nos empuja al temor y la incredulidad.

Dios nos impulsa al valor, la confianza, la vida de fe.

El mundo nos arrastra hacia el pecado, la lujuria, la maldad.

Dios nos llama a una vida de pureza y santidad.

Volviendo a Jeremías en el capítulo 15 verso 19 vemos que Dios le hace una promesa.

"Si te arrepientes, si te vuelves a mi, yo te restauraré, te reanimaré, te levantaré. Si apartas lo malo, si sí escoges lo precioso que yo te doy entonces te transformaré y te podré utilizar para comunicar mis Palabras. Serás para el pueblo como si fueras mi propia boca."

Dios termina asegurándole a Jeremías que si él se arrepiente y abandona todo mal pensamiento, toda incredulidad, toda amargura, al final será una bendición. Experimentará una gran fortaleza y será librado de las manos del enemigo.

¡Qué bien me ha hecho pensar en todo esto! Ahora debo ponerlo en práctica.

Vale la pena meditar en la Palabra de Dios.

¡Hasta la próxima!



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