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Mostrando entradas de octubre, 2025

A menos que …

Mañana seguiré andando por la misma senda en la que he venido andando, a menos que decida hoy cambiar de rumbo. Mañana seguiré siendo el mismo que hasta ahora he sido, a menos que deje que Dios transforme mi corazón. Mañana estaré en el mismo trabajo, con las mismas rutinas, a menos que elija vivir con un propósito eterno. Y sí, mañana podría terminar perdido para siempre, a menos que hoy crea en Jesús, el único camino al cielo. El “a menos que” es una puerta abierta. Es el instante donde la historia puede cambiar, el momento en que la fe puede despertar. Así le pasó a Andrés, el hermano de Pedro. Él era discípulo de Juan el Bautista, hasta que un día escuchó a Juan decir: “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.”  (Juan 1:29) Andrés entendió que debía dejar todo atrás y seguir a Jesús. Esa decisión cambió no solo su vida, sino también la de muchos otros que conocieron al Salvador gracias a su testimonio. La diferencia entre seguir igual o comenzar de nuevo está e...

Firme, a pesar de todo.

«Cualquiera, pues, que oye estas palabras mías y las hace, le compararé a un hombre prudente que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca.» Mateo 7:24-25 Jesús no prometió una vida sin tormentas. Prometió firmeza en medio de ellas. En este mar de la vida por el que todos navegamos, vendrán tempestades que nos azotarán sin piedad. Algunos días el cielo se cerrará y apenas veremos el horizonte. Nadie escapa a eso: la angustia, la pérdida, el dolor. Sabiendo que las tormentas son inevitables, lo más sabio no es temerles, sino asegurarnos de tener un buen fundamento. Me conmueve lo que escribió Arthur Jackson sobre este mismo tema: «La vida no es “a prueba de tormentas”, pero construirla sobre Jesús y sus enseñanzas cambia las cosas. Los que se niegan a aceptar a Cristo son más vulnerables ante las tormentas. Pero los que escuchan sus palabras estarán firmes: “Descendi...

¿De qué sirve ganar el mundo entero y perder el alma?

“Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma?” (Marcos 8:36) Hoy escribí esta cita de Jesús en mi cuaderno y me detuve a pensar. ¿De qué sirve afanarse por alcanzar todo lo material, por vivir en abundancia y éxito terrenal, si al final se pierde lo principal? ¿Qué provecho hay en ganar tanto dinero, tanta fama, tanto poder, si al final del camino el alma se encuentra vacía y perdida? Los seres humanos vivimos corriendo detrás de cosas que se acaban: logros, posesiones, reconocimiento. Parecen urgentes, pero no llenan el vacío más profundo. Jesús, con una sola pregunta, desenmascaró nuestra carrera sin sentido: “¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” El alma se pierde cuando se olvida de su Creador, de Aquel que sopló en ella aliento de vida. Se pierde cuando el deseo de tener reemplaza el deseo de ser, cuando el miedo a soltar lo pasajero pesa más que la confianza en el Dios eterno. Pero el alma también puede salvar...

No ignores las señales en la carretera de la vida

"Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe." (Hebreos 11:7) Días atrás me tocó trabajar con un compañero bastante joven. Él conducía la camioneta en la que nos trasladábamos hacia el lugar donde debíamos hacer nuestro trabajo. Pude notar que manejaba sin respetar las señales de velocidad. Si un cartel decía “máxima 70 km/h”, él aceleraba hasta 100 o 120 km/h. Le advertí del peligro, le dije que respetara las señales, pero no me hizo caso. Era como si mis palabras le dijeran: “acelera más”. En la carretera de la vida, muchas veces actuamos igual. Dios nos muestra claramente lo que debemos hacer: que no d va evolvamos mal por mal, que no respondamos con la misma moneda, que perdonemos, que amemos. Pero nosotros, tercamente, hacemos lo contrario. Si alguien nos hiere, herimos más fuerte. Si nos ofende...