Día 32 - Cuidado con seguir los pasos de la primera Dama.

Febrero día Martes 1 🌧️🌡️2°

Llevamos 32 días navegando en este nuevo año.

Bitácora 📝⛵

¡Vamos... Levántate!
Comienza un nuevo día y comienza un nuevo mes, hay mucho por hacer y no te puedes detener.

Hoy es uno de esos días donde con gusto me quedaría durmiendo. El cuerpo me lo pide, pero hay una voz en mi interior que me dice:

¡Vamos... no te duermas!
No dejes pasar tu tiempo a solas con el Capitán.

Así que, aquí estoy una vez más escribiendo la Bitácora. Debo decir que me llena el corazón con gozo y paz el pasar un tiempo meditando en la verdad.

Durante los últimos días estuve leyendo el Libro del Capitán y estuve considerando el tema de la caída y los tropiezos.

Recuerdo que compartí mi propia experiencia con el enojo y como, al pedir perdón, de inmediato se superó la situación y las cosas volvieron a la normalidad. Pero no sucede lo mismo cuando trato de culpar al otro por mi mal carácter o mi propio enojo.

Esta mañana sigo leyendo Génesis donde se relata la triste historia de aquella primera caída, ese primer pecado que afectó completamente a toda la raza humana.

Lo último que vimos fue que Adán y Eva se habían escondido porque tenían vergüenza, se habían fabricado con hojas de higuera una especie de vestimenta en el intento de cubrir su desnudez.

Las hojas de higuera son un elemento muy frágil y es verdad que no tienen la capacidad de cubrir lo que la desobediencia ha ha dejado en evidencia. Esto me dice que el ser humano jamás podrá, con sus propias manos, resolver el problema del pecado.

En el relato vemos que el Señor hace algunas preguntas y analiza la situación para que sea Adán el que primero señale quién es el culpable.

Viene al oído del primer hombre esa pregunta que penetra profundamente la conciencia: "¿Has hecho lo que te dije que no hicieras?"

Leamos Génesis 3:11 al 13

"Dios el Señor le habló y le dijo: ¿Quién te ha hecho saber que estabas desnudo? ¿Acaso has comido del fruto del árbol que yo te había prohibido?"

El hombre le contesto:
-"La mujer que tú me diste como compañera fue la que me ofreció del fruto para que lo comiera, y por eso lo comí."

Entonces Dios, el Señor, le pregunto a la mujer directamente:
-"¿Qué es lo que tú has hecho?"
Y la mujer respondió:
-"La serpiente fue la que me  engañó y por eso lo comí."

¡Qué historia tan lamentable!
Cuántas veces en la actualidad seguimos haciendo lo mismo, al ser confrontados con nuestro pecado buscamos a otro que sea el culpable. 

Adán se siente avergonzado y profundamente dolorido pero no es capaz de reconocer su propia maldad. En lugar de hacerse cargo por haber desobedecido prefiere señalar a su esposa, la mujer que Dios mismo le había conseguido. De esta forma, en un sentido, le estaba echando la culpa al mismo Señor porque no le dió una mujer mejor.

Luego Eva sigue el mal ejemplo. Escucha la pregunta penetrante y de inmediato busca otro culpable.

La mujer no quiere reconocer que es ella la que ha obrado mal. Su función era colaborar y ser una ayuda idónea para su marido, acompañarlo y animarlo para que cumpla con su deber.

¿Será que esa función no le agradaba? ¿Se sentiría tal vez menospreciada? No lo podemos saber.

Tal vez ella deseaba una mejor posición. No estababa satisfecha  con aquello para lo que Dios la formó.

Lo cierto es que la primera dama se dejó arrastrar por el deseo de ser superior.

Debemos evitar estos tres pasos que Eva dio en el principio:

1- Codició
2- Considero
3- Consumió

Veamos el proceso de la caída:
Eva sabía cuál era el mandamiento. Pero sé dejó llevar por el deseo y la codicia de un mayor conocimiento. Luego se tomó un tiempo para considerar y pensar.

Me imagino lo que por la mente puede pasar en una situación similar:
-"Mmmm... ¿y si todo lo que Dios ha dicho es mentira? ... ¿y si me estoy perdiendo lo mejor de la vida por creer en toda esta tontería?"

Al final sus pensamientos la llevaron a caminar hacia el lugar de peligro, se aproximó al árbol y se detuvo a observar el fruto apetitoso. Escuchó la voz del tentador y puso en duda lo que dijo su Señor. Busco una nueva vida y una esperanza en esa fruta prohibida. Estiró la mano, comió y luego lo compartió.

Lo demás es historia conocida. Ya sabemos lo que pasa cuando se ignora el consejo de la Palabra Divina.

Tengamos cuidado con lo que pensamos y deseamos porque el enemigo, con tal de destruirnos, siempre nos puede dar aquello que tanto deseamos y que Dios ya nos ha indicado que es malo, que no conviene, que es pecado y que nos alejará de su lado.

Hasta la próxima
Gerwuer

Lectura Anual: Levítico 8 al 10

Comentarios

Entradas populares de este blog

Día 100 - Proclamando la Verdad a toda la humanidad.

Día 4 - Pensando en aquel que ha visto partir a un ser querido.

Día 1 - Un nuevo comienzo.

Día 49 - Con amor y sin distracción surge una nueva generación.

Día 105 - Ya está abierto el camino al árbol de la vida.